El jueves pasado entre en una sucursal de Bankia a realizar las típicas gestiones y me encontré con una antigua alumna, Carmen.

Carmen es una de los más de 400 gestores comerciales, que participaron en uno de los programas de formación comercial que dirigí e impartí entre 2015-2017 en esta entidad financiera. Como no puede ser de otra forma, nos saludamos y charlamos un rato. La verdad es que ambos nos alegramos mucho de vernos, eso se nota.

Y recordando esos días de formación, me dijo:

«Antonio, me encantó la formación comercial que impartiste, sobre todo la parte de cómo vender a empresas, no niego que además de aprender me lo pasé muy bien. Estuve varias semanas aplicando tus consejos, al principio muy bien, pero luego los fui dejando.

Sinceramente, el día a día me come y al final te olvidas y vuelves a hacer lo mismo de siempre. Sé que no hay recetas mágicas y tu formación tampoco lo es.

Espero que no te siente mal lo que te digo.»

 

Por supuesto que no me sienta mal, le dije. Para nada. Nunca he pensado o he creído que mis formaciones sean milagrosas.

Ahora bien, son una excelente opción para gente que es constante. Si aplicas lo que yo enseño, el cambio para mejor es evidente, eso sí, para el que realmente quiere cambiar.

Si algo te va bien, ¿no es un disparate dejar de hacerlo?. Si alguien se encuentra fenomenal haciendo algo, obtiene resultados y se cansa…, no es culpa de la formación, no crees.

 

Las cosas buenas tienes que desearlas y comprometerte con ellas.
Si alguien te vende un curso de formación comercial y te da a entender que es como tomar una pastilla y transformarte de inmediato sin que tú pongas de tu parte, sin que pongas ilusión e interés, directamente te está mintiendo.

Bueno.

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Antonio Sánchez Martí

Formador y Mentor de Vendedores y Equipos Comerciales

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